Aunque comúnmente se le conoce como autismo, el término correcto es Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición que suele manifestarse en los primeros años de vida. Aquí te explicamos en qué consiste, cómo detectarlo y por qué es clave abordarlo con calma y empatía. Si notas similitudes en tu hijo o hija, acude al médico para obtener orientación profesional.
¿Qué es el Trastorno del Espectro Autista (TEA)?
Según la Autism Society, el autismo es una incapacidad relativa al desarrollo mental que suele aparecer en los primeros tres años de vida, resultado de un trastorno neurológico que afecta el funcionamiento cerebral. El término "espectro" refleja la amplia gama de síntomas y niveles de gravedad. Es cuatro veces más frecuente en niños que en niñas.
En México, uno de cada 115 niños tiene TEA, según la UNAM. A nivel mundial, la OMS indica que uno de cada 160 niños presenta este trastorno.
¿Cómo afecta el TEA?
El TEA impacta el desarrollo normal del cerebro en áreas clave como la interacción social y las habilidades comunicativas. Esto puede dificultar la vida social, escolar y familiar de quienes lo padecen, ya que enfrentan retos para comunicarse, jugar o adaptarse. Según la OMS, algunas personas con autismo pueden vivir de forma independiente, mientras que otras requieren atención constante a lo largo de su vida.
¿Cómo detectar el autismo en niños?
Los síntomas suelen aparecer antes de los 24 meses, aunque algunos se manifiestan incluso antes del primer año, según la Academia Americana de Pediatría (AAP).
Diferencias sociales:
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No establece o mantiene contacto visual.
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No responde a sonrisas o expresiones faciales.
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No sigue objetos ni señala lo que le muestran.
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No comparte objetos de interés con sus padres.
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Carece de expresiones faciales adecuadas al contexto.
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No muestra empatía ni interés en hacer amigos.
Diferencias de comunicación:
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No señala para expresar necesidades.
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Tarda en hablar (puede no hacerlo antes de los 16 meses).
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Repite palabras o frases sin comprenderlas.
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No responde a su nombre, pero sí a otros estímulos.
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No participa en juegos de simulación.
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Memoria buena, pero sin conciencia de peligros.
Diferencias de comportamiento:
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Parece no sentir dolor.
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Repite movimientos como balancearse o caminar de puntitas.
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Se aferra a rutinas estrictas.
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Le cuesta cambiar de actividad.
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Observa objetos desde ángulos poco comunes.
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Reacciona inusualmente a sonidos, luces o texturas.
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Se apega a ciertos objetos específicos.
La página Autism Society explica que, aunque el autismo no es un trastorno del comportamiento, es en esta área donde más retos enfrentan las familias. Los niveles de comportamiento varían desde leves hasta severos, y cada caso necesita una atención personalizada.
Autismo regresivo
Algunos niños crecen aparentemente sin signos de TEA y, entre los 18 y 30 meses, dejan de hablar o cambian su comportamiento. Esto se conoce como autismo regresivo y afecta al 25-30% de los niños con TEA, según este estudio. Aunque las causas no están del todo claras, se investiga la influencia genética y ambiental.
El papel de la sociedad
No se trata de que los niños con TEA se adapten a la sociedad, sino de que el mundo se adapte a ellos. La empatía, el respeto y la inclusión son esenciales. Son personas que sienten, comprenden y merecen un entorno donde puedan desarrollarse con dignidad.