El recién nacido no necesita ningún otro alimento o líquido durante sus primeros meses de vida, ya que la leche materna le proporciona todo lo necesario para su desarrollo. Esta contiene anticuerpos que protegen al bebé contra enfermedades infecciosas y crónicas, además de favorecer el adecuado crecimiento de la boca y la mandíbula gracias al movimiento de succión.
La leche materna aporta proteínas y enzimas digestivas que fortalecen la mucosa intestinal, evitando el ingreso de proteínas extrañas que podrían provocar reacciones alérgicas y contribuyendo al desarrollo saludable del tubo digestivo.
Beneficios para la salud de la madre
La lactancia materna no solo es beneficiosa para el bebé, también tiene efectos positivos en la salud de la madre. Amamantar durante la primera hora de vida reduce el riesgo de hemorragia posparto, y a largo plazo, disminuye la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, cáncer de mama, útero y ovario.
El contacto piel con piel entre madre e hijo favorece la producción continua de leche, permitiendo una lactancia sin restricciones. Además, los bebés amamantados suelen mostrar un mejor desarrollo psicomotor y emocional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que la lactancia materna previene problemas de nutrición y puede salvar vidas. Recomienda alimentar al bebé cada vez que lo demande, sin importar si es de día o de noche, asegurando así una nutrición adecuada y continua.